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viernes, 11 de febrero de 2011

CONCURSO SAN VALENTÍN 2011

Amigos de la biblioteca, hoy se ha hecho público el fallo del jurado del concurso de "Cartas de amor y desamor" 2011, en un pequeño acto que se  ha celebrado en la biblioteca, un acto entre amigos en el que las ganadoras en este caso han leído sus cartas, y que os dejamos con la intención de que sean conocidas.

1er premio para Isabel García Viñao, por su carta "Me hacías vibrar"


ME HACÍAS VIBRAR

M
i querida princesa:

Siento tu falta, y con tu ausencia, nostalgia. Nada ha sido peor para mí que el enfado que manifiestas conmigo. No te acercas para evitar tocarme. Hace días que no te sientas frente a mí, en tu trono de princesa, que no me acaricias, que no siento las cosquillas de tu melena suelta. Me has abandonado en un rincón oscuro, como si fuese un trasto inútil. Y mi existencia… ¡Ay, de mi existencia! Ésta no tiene sentido sin ti. Tus caricias, tus toques, me hacían vibrar el cuerpo. Tu suavidad al tocarme con las yemas de los dedos me estremecía, y me hacías despertar sibilante del letargo de reptil. Tus toques me hacían crear melodías. Aunque, también descargabas tus rabias sobre mí, arrebatándome la placidez y la tranquilidad de los atardeceres. Pero yo, por amor, mi amor, lo permitía. Permitía que estrujaras mis entrañas, tanto, tantísimo que, hasta los gorriones que intentaban adormecerse en los árboles del jardín, asustados de los estruendos levantaban el vuelo. Y ¡qué pena! Por Dios, qué pena sentía cuando tus ojos se enturbiaban de llanto y dejabas caer sobre mí tus lágrimas como redondeles de lunas llenas de noches hechas añicos. ¡Ay, y también cómo me dolía escuchar tus risotadas histriónicas! Sabía que eran a causa de algo doloroso que te carcomía por dentro y que sólo delante de mí exteriorizabas.
Como ves, me contagiabas de tu estado anímico, como si tú y yo, nosotros, fuésemos dos en uno, con una unión indisoluble, igual que si nadáramos juntos entre los avatares de la vida en una relación simbiótica de rémora y tiburón. Tu jovialidad me contagiaba con notas alegres pues tu sonrisa era para mí una enfermedad vírica. Tus penas, sin embargo, ensombrecían antes de que se ocultase el sol algunos de los atardeceres. Me has hecho comprender que, cuando de verdad se quiere, encuentras en la felicidad del otro tu propia felicidad, y, en sus penas, eclipses totales del corazón y del alma.
Todo lo que me has ido dando lo he digerido, lo bueno, lo malo, lo regular, con tal de que estuvieses a mi lado. Pero, ahora, tu distanciamiento no lo puedo soportar. Me faltas, y tu indiferencia, tu abandono, me parte el corazón en mil pedazos. Aunque parezca paradójico, tú, princesa mía, eras la que me traías flores, la que echabas aspirina en el agua del jarrón para alargar su lozanía, la que recogías los pétalos que se iban mustiando,… Y estos detalles, más propios de un varón hacia su dama, los echo en falta. Cuando te sentabas frente a mí en tu trono de princesa, la oscuridad se aclaraba y los ríos con estiaje llegaban en mi imaginación llenos de caudal a los mares.
Te conozco bien, princesa, tanto como Cyrano de Bergerac conocía a su amada Roxane. Él podía ofrecerle sus cartas, sus poemas, sus deseos, pero por desgracia como si esos sentimientos que fluían de él a borbotones pertenecieran a otra persona. Yo te ofrezco melodías, de sueños y amores de Brahms, de Mozart, de Beethoven,… que amarían como yo amo. A nosotros nos han unido las mismas vibraciones: tus notas de ira, joviales, de alegría, de locos arrebatos,… A veces, tan locos y acelerados que deseaba gritar “piano, piano” - como dicen los italianos - para que tus contactos fuesen más suaves. Pero siempre he permitido, respetuosamente, que fueses tú, que fueras tú misma,… porque tú, tú eras la autora de mis sueños. Y ahora, por desgracia, de mi soledad y de mis más terribles desvelos que aguanto en silencio en este rincón oscuro.
No puedes imaginar cuánto me agradaban tus osadas y originales improvisaciones, claro está, las divertidas. Porque, a veces, con tus enfados de órdago, en lugar de acariciarme con tus yemas de alas de mariposa, me golpeabas casi con violencia, de manera impulsiva, e incluso, recuerdo que alguna vez diste patadas en alguno de mis tres pies descalzos. Los lastimaste y dejé mis huellas de sangre del alma, invisibles como ella, en el suelo. Pero como te conozco bien, todo lo he perdonado, pues sé que tus impulsos irrefrenables son fruto de tu carácter hipersensible.
Antes de terminar esta carta, quiero hacerte una confesión muy seria, una confesión que me da vergüenza expresarte: No soporto escucharte en la habitación de al lado y saber que estás en compañía de “otro”, mientras a mí me ignoras por completo. Ese intruso ha bajado mi autoestima hasta las “suelas de mis zapatos”. No puedo seguir viviendo con esta celopatía, encerrado en este silencio que me ahoga y abrazando los fantasmas de los buenos recuerdos. Me castigas y me fustigas con tu indiferencia de una dureza infernal.
Además querría que me aclarases lo que voy a preguntarte. Por favor te pido que no seas frívola y que pienses bien la respuesta antes de decirme nada. ¿Por qué me castigas de esta manera tan cruel si no soy culpable de que te hayan suspendido el sexto curso de piano en la Escuela de Música? ¿Acaso crees que lo soy si ese día ni siquiera me tocaste, si ese día otro familiar que dices que estaba desafinado me sustituyó? Para más abundamiento, debes reconocer que ese día estabas hecha un flan y que no supiste marcar los ritmos adecuados. Tuviste fallos, tú misma te diste cuenta, y me lo contaste con mucha rabia nada más salir del examen, pero, ahora, no los quieres reconocer. ¿O es que no recuerdas el si bemol mayor, el silencio de la corchea, aquel sostenido y el doble puntillo? A mí no puedes mentirme, son muchos años juntos, y tu oído no te engaña jamás.
Por eso te pido que dejes de darme celos con ese maldito violín que me taladra los oídos y que no me sigas castigando con tu cruel indiferencia. Sácame del rincón oscuro y vuelve a acariciarme, pues, quiero ofrecerte, mi princesa, mis más tiernas melodías.
Nada hay más maravilloso que verte sentada frente a mí en tu trono de princesa y sentir el contacto de tus dedos en mis teclas. Tuyo siempre.

                                     ARIADNA

2do premio para Nuria Comino Aguilera por su carta "ME TIENEN CASI CONVENCIDA PARA ARRANCARME EL CORAZÓN"

Dos meses antes
Fui al médico porque sentía mariposas en el estómago, el médico me dijo que no era nada. Volví a ir al médico, esta vez con dolor de cabeza y el médico me dijo que no era grave. Volví  a ir al médico porque no podía dormir y en mi casa se estaban preocupando por mi, porque  siempre tenía una sonrisa y el médico me dijo que no era grave. Volví a ir al médico porque era incapaz de concentrarme y el médico me dijo que no era grave. Volví a ir al médico porque siempre estaba en las nubes y a mi rollo y el médico me dijo que me tenían que operar del corazón.
Dos meses después
Me tienen casi convencida para arrancarme el corazón.
¡¡¡Pero he decidido no operarme!!!
He pensado que:
  1. Quiero seguir sintiendo mariposas en el estómago...
  2. Quiero seguir teniendo dolor de cabeza
  3. Quiero seguir no pudiendo dormir
  4. Quiero seguir siento incapaz de concentrarme
  5. Quiero seguir estando en las nubes 
He decidido....¡¡¡que quiero SEGUIR ENAMORADA!!!
                                                      Rubia




3er premio para Vanessa Rubio Jiménez por su carta "QUERIDO AMOR DESCONOCIDO"
Querido amor desconocido:

Hoy me dispongo a escribirte esta carta, en ella pongo mi corazón y mi empeño, o tal vez quizás sea este anhelo de ponerle nombre a este rostro que desconozco por completo. 


Tal cual apareces en mis sueños gritando mi nombre rompiendo silencios en mitad de mis noches diciéndome: Amor mío, aquí estoy contigo, te amo eres el amor de mi vida y todo lo que siempre he querido.
Pero cada amanecer al despertar desapareces y te busco por toda la habitación, pero no encuentro ni rastro de ti, no te puedo abrazar, ni tocar tus manor y es que no estás. Tal es mi desesperación por ponerle nombre a tu rostro que sólo deseo que llegue el anochecer para poder estar contigo, y es que si realmente existiera un Dios mi gran plegaria hacia él sería quedar dormida  durante cien años para poderte conocer.
Bello rostro, téz pálida y mirada serena, y en tus labios de nuevo la más grandiosa palabra que ha existido y otra vez tú me llamas "Amor mio"
Siento tus manos o tal vez sea yo quien las imagino, deseosa de que llegue el oscurecer para poder estar contigol
Y ahora te ruego, si estás ahí, si realmente existes compadécete de mi, pues ya estoy rendida  a tu dulce amor y no me queda más que entregarte este presente con el que te escribo estas lineas....
Mi corazón, por toda la eternidad no bastaría este esfuerzo si no te encontrará al final. 
A veces pienso que no te conocí en este tiempo si no en otro pasado, quizás sea en otra época cuando Shakespeare escribía versos y la luna era tan blanca que alumbraba al firmamento.
Ahora soy yo la que te llama "Amor mio", esperando que de algún modo te llegue esta carta, implorando poner en tus labios pronto los mios, hasta entonces en mis sueños te volverá a ver, sólo la oscuridad es nuestro refugio, en el mundo de las sombras de nuevo te espero esta noche mi gran amor desconocido.
En este 14 de Febrero que para mi nunca existió pues no hubo noche sin día, ni hora ni minuto en que no piense en ti y es que...
"Amor desconocido en algún lugar al fin nos amaremos para siempre tu y yo"
                                                    Luna Blanca

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