Querido Juan
Esta mañana sobre las diez ha venido Roque, el de la floristería del barrio, un poquito después de que tú te marcharas a comprar el periódico, llevaba su inseparable corbatita negra sobresaliéndole de la desgastada bata de trabajo. Llamó a la puerta dos veces y haciendo que no me conocía masticó mi nombre completo con su voz gutural
-¿Ángela de la Cruz Hernández? Se me escapó una risa floja y confieso que hasta me ruboricé.
– ¿Qué me traes? Vaya, muchas gracias, qué bonitas…espera un segundo – dije a la vez que buscaba sobre el vaciabolsillos del recibidor alguna moneda para darle. Roque no se detuvo, despidiéndose con una leve inclinación de cabeza desapareció por el descansillo, sonriendo, dejando a la vista una hilera perfecta de blanquísimos dientes en su gran boca de sandía.
-Adiós Angelita- es lo último que alcancé a escuchar
Sostuve las gardenias entre las manos como si fuera una quinceañera, sin moverme del sitio, venían medio ocultas en un crujiente papel celofán, me acerqué lentamente enterrando la nariz en aquellas flores blancas, despacio, absorbiendo su intenso olor, su dulce perfume a tierra.
Desabrochándome la falda de estar por casa corrí hacia la habitación sacando varios vestidos del armario, en un santiamén ya me había probado cuatro o cinco. No me decidía por ninguno, al final opté por el que tanto te gusta, el de color frambuesa, ese que lleva la espalda al aire.
¿Dónde había guardado los zapatos negros de tacón? Haciendo equilibrios, sobre la escalera, vacié varias cajas del maletero, y allí estaban, doce o trece centímetros de zapato
frente a mí, retándome. Vacilé un segundo pero rápido me subí en aquellas plataformas, sólo quedaba alisarme el pelo con la plancha y pintarme los labios de rojo para estar a la altura de las circunstancias.
Más tarde, sentada en el comedor, ignoré el paso del tiempo, el ir y venir de las horas, las prisas, mi impaciencia, todo aquello que nunca puedo dejar para después. Cogí las gardenias entre mis manos, una a una como si fueran palomas y yo su nido, esta vez no iba a dejar que se escaparan, que se marcharan a volar lejos.
Reconozco que tengo los ojos desgastados y me cuesta reparar en las pequeñas cosas, sin darme cuenta lo cotidiano se ha ido haciendo invisible, trasparente. Me siento cansada, cansada de andar todo el día de aquí para allá, yendo y viniendo, controlando, organizando, dando órdenes y ha llegado el momento de hacer un alto en el camino, de vaciar mi maleta de todo lo prescindible y llenarla de ti.
Me quedo con las gardenias, con su aroma, con el gesto que pondrías al comprarlas y con tu voz cerca de mi oído susurrando la letra de nuestro viejo bolero. ¿Qué más puedo decirte? sólo que me dejes un hueco esta noche al lado de tus ojos, a la derecha de tus labios, al sur de tu mirada, que me permitas amarte sin remedio, sin condiciones y que me jures que siempre estarás cerca de mí, con dos gardenias en tus manos
-Dos gardenias para ti, con ellas quiero decir, te quiero, te adoro, mi vida, ponles toda tu atención porque son tu corazón y el mío, te quiero, te adoro, mi vida, ponles toda tu atención porque son tu corazón y el mío…
Fdo: TIERRA
AMOR Y DESAMOR
Estos dos personajes conviven juntos, en la misma persona y son tan distintos que llegan a amargar a la persona que cojan por delante.
Porque el amor conoce a una persona, le da igual que sea guapa, fea, rica, pobre, de izquierdas o de derechas, ...y no piensa en las consecuencias que esto puede acarrear. Porque el amor es un poco loco y no sabe lo que le conviene, acepta a esa persona con todas sus consecuencias y le dice:”te quiero”, “te adoro”, “eres lo mejor que me ha pasado en mi vida”, “sin ti yo no podría vivir”....y, sobre todo si es correspondido, entonces piensa: “¿de aquí al cielo!, “¡qué felicidad tan grande”!. Pero cuando cree que ha llegado a la cumbre se atraviesa otro por medio y lo vuelve del revés.
Llega el desamor diciéndote:”¿Como puedes estar tan torpe?”, “Eso a ti no te conviene”, “no te va a dar más que quebraderos de cabeza”, “te va a atar de pies y manos”, “ya no puedes ser libre y hacer lo que tu quieras” y piensas...”¡Si es verdad lo que dices!” y comienzas a distanciarte.
Te das cuenta de que esto es lo que es la vida: empiezas a ver personas distintas y a hablar con ellas, ¿qué alegría!, este mundo es muy grande para encerrarme en un espacio tan pequeño y piensas ¡qué bien me lo voy a pasar! Y sigues ambientado en la vida. Pero de pronto te empiezas a aburrir y te acuerdas de aquellos tiempos pasados y te das cuenta de que los añoras.
Vuelve otra vez el amor y recuerdas ¡Qué bonito fue aquello que tuvimos! y piensas “voy a volver” pero cuando vuelves ya es tarde porque tu pareja ha encontrado otra pareja, aunque no es feliz ni tú tampoco.
Así es que creo que el amor se tiene que separar del desamor si quieres ser feliz y no jugar con esas cosas tan importantes de la vida como es el AMOR VERDADERO, y compartirlo entre las dos partes de la pareja y consolidarlo con los hijos.
Fdo: REMA
Querida Lucia:
Espero que te lo pases genial el día de los enamorados &…
¡Que vayas de rojo! Bueno eso también va para tu cumple.
¡Eh! En fin…. Bueno espero que tu, tu hermana y tus padres
Os lo paséis muy bien en tu cumple y que tus padres también
Salgan un rato
ADIOS-GUAPA
De tu amiga invisible
¿Cuántas veces Ana ha leído la carta que Miguel le escribió un día de San Valentín?
Infinidad de veces.
Hace más de treinta años que esto sucedió.
Los dos eran muy jóvenes después de enamorarse y vivir un intenso amor tuvieron que separarse por un tiempo que a los dos les resultó una eternidad.
Se veían esporádicamente. Los encuentros eran apasionados, las despedidas siempre muy tristes.
Otra vez volvían a escribirse interminables cartas. Para Ana escribir era una necesidad, un deseo diario.
Miguel escribía menos. Eran cartas llenas de amor e impaciencia.
Ana recuerda la carta que le llegó un de Febrero de 19...y aun hoy, aunque haya pasado casi una vida la lee y siente la misma emoción, que la invadió aquel día ya lejano en el tiempo y llora y al leer vuelven todos los recuerdos que tiene atrapados en su ya gastada memoria.
La carta dice así:
“Querida Ana: En mi corazón hay mil caballos sueltos, tu luz de mis tinieblas, haces brotar mil chorros de bronce de mis huesos. Y quisiera tenerlo todo para dártelo y quedarme solo con la pasión que me inspiras. En la felicidad que te deseo no entro pues no estaré feliz estando lejos de ti.
Si fuera un viejo que pareciera un niño me acostaría para soñar contigo y al levantarme sentiría algo extraño. Sentiría el vacío de que algo mío se convirtió en algo de los dos. Te quiere hoy y siempre Miguel. “
Ana llora siempre que la lee. Es una carta tan profunda, tan llena de sentimientos... y esto la desborda porque todo fue hace mucho tiempo.
El todo lo olvidó por completo.
Ana tiene la certeza de que nunca olvidará aquel su primer amor y aunque intente una y mil veces olvidar no lo conseguirá y aunque intente una y mil veces no llorar seguirá llorando y siempre que lea la carta que recibió aquel 14 de Febrero se emocionará y de nuevo sus ojos se volverán a llenar de lágrimas y su corazón de una infinita tristeza.
Fdo: ANA
Querida Paula:
Solo te quiero decir:
¡Feliz San Valentín!
Que tengas muchas flores, bombones y regalos.
Que te den amor y te quieran un montón. Si de mayor tienes un buen novio y os casáis, que tengáis unos niños o niñas muy guapos o guapas y los llamareis si nacen el día de San Valentín, Valentín o Valentina.
¡Feliz San Valentín!
Fdo: CARLA
Querida Clara:
¡Feliz San Valentín!
Que te regalen bombones y muchas flores.
Que te den mucho amor y te mimen más de lo normal. Si de mayor tienes un buen marido y tenéis un hijo el día de San Valentín podéis llamarlo Valentín o Valentina.
Bueno, en resumen que en este día de San Valentín te lo pases mejor que ningún otro día.
Fdo:NATALIA
Querida Margarita: no he podido evitar tomar una servilleta de papel. Sobre ella escribo todas las cosas que no me atrevo a decirte a la cara.
Estás sentada en un velador al fondo del bar. Lloras; quisiera poder consolarte. Pero soy un cobarde irremediable. Prefiero quedarme escondido en este rincón de sombras rojizas, agazapado cerca de la chimenea en la que crepitan los troncos y entre cuyas sombras rojizas y calidas las parejas se debaten en abrazos acalorados. Yo también estoy solo; siento el frío profundo de la soledad. Pero tú no has reparado en mí; tampoco quiero que lo hagas; temo que así suceda.
La música, rumoreando de manera tenue, apenas abriga la desolación que me ha causado volver a verte. Aun me duele nuestra separación. Nunca hubiera podido imaginar que yo pudiera llegar a ser tan canalla, que pudiera llegar a tener tan poca consideración contigo y con tus sentimientos. Y ahora te veo llorar e imagino que el día que te abandoné también debiste llorar al verme marchar sin yo ofrecerte una razón. Los cobardes no podemos dar razones para aclarar lo inexplicable; tenemos miedo de ello, de enfrentarnos a nuestra verdad.
Me pregunto qué te ocurre, que congoja te consume. Pero soy incapaz de responderme qué me sucedió entonces.
Solo soy capaz de amortiguar esta tristeza si traigo a esta mesa los buenos momentos que vivimos tú y yo…
Tantas veces que discutí con mamá y al final tú influiste más que ella, ganando una batalla en la que tú ignorabas combatir. Perdí la cuenta de las veces en que ella me pidió que me matriculara en el Conservatorio Superior de Música. Siempre me negué. Y tuve que conocerte a ti para dejarme doblegar tras beber unas cervezas. Bastó que tú insinuaras que te ibas a apuntar a las clases de piano para que yo firmara los papeles de inscripción sin pensarlo dos veces, mamá fingiendo sorpresa cuando se lo conté. Y luego resultó que nunca te vi por clase, mil veces que fui al encuentro de tus quince años… entre partitura y partitura mi madre con su sonrisa Profiden.
Luego obtuve la licenciatura superior sin nada ni nadie que me distrajera de mis estudios, con el dolor de tu ausencia clavado bien adentro, y con mil horas sin dormir, soñándote con los ojos de par en par. Y aprendí a vivir tus años de alejamiento, firmando un acuerdo conmigo mismo y con el recuerdo de tu risa, y sabiendo que volveríamos a encontrarnos en un momento más idóneo a poco que el tiempo pasase; de eso estaba convencido.
Fue en uno de mis conciertos que volvimos a encontrarnos. Entonces tu cara me sonó a sinfonía y tu forma de ser, más madura, la viví como un concierto armonioso. No me enamoré, porque cuando te vi por vez primera ya lo hice hasta el tuétano de los huesos. Sólo tuve que sacar al amor de su estado de catalepsia, acariciado por la esperanza del reencuentro.
¿Cómo imaginar que el miedo acabaría por invadirme? Te amaba tanto que no podía pensar que tú no me correspondieses con la misma intensidad. Y cuando nos amamos por vez primera, desnudos nuestros cuerpos bajo un cielo desprovisto de timidez, sentí que nada podía existir más allá de aquel abrazo final tras el éxtasis de sentirte mía… de sentirme tuyo. ¿Sería capaz de conservar por mucho tiempo ese estado de felicidad?
No soy hombre de retos ni de preguntas que se pierden en relojes que computan tiempos a larga distancia mientras ablandan las fortalezas humanas. Tuve miedo de ti, de mi, de tanta noche y de tanto amanecer de tu cuerpo desnudo junto a mi desnudez; tuve miedo de ser feliz, de perder la felicidad que me ofrecías con solo estar a mi lado; fui un loco.
Ahora te veo llorar. No te puedo… no me atrevo a consolarte. Pero maldigo a quién te ha hecho derramar esas lágrimas, de la misma forma en que me maldigo por haber sido el culpable de que un día las derramaras por mi causa.
Te has levantado. Te diriges hacia la puerta. Te detienes. Te vuelves. Me lanzas una sonrisa. Te veo marchar. Me quedo paralizado. Sigo siendo un cobarde. ¿Por quién llorabas? Quizá la respuesta está en mí.
Te sigue queriendo, Javier.
Fdo: COBARDE
DESPEDIDAS
“ Hola Pablo, espero que estés bien. La semana que viene me voy a Barcelona con Jesús. Querría pasarme a por mis cosas. Te enviaré un mensaje antes de llegar. Mis llaves se las dejo al portero. Gracias. Un saludo. María”.
“Hola María, he cogido tu nota del buzón esta mañana. He metido en cajas tu ropa, y lo que compramos para la casa. Puedes venir a recogerlo cuando quieras. Me gustaría que además de los paquetes, te quedes también la indiferencia, tus falsas promesas, el dolor de los silencios, los reproches, tus caricias vacías, y la esperanza que puse en tus manos. El tiempo que pasaba esperando a que volvieras, o que me llamaras mientras estabas con él. Tus cambios de humor, el dolor de descubrir las huellas de otro cuerpo en el tuyo, los insultos y la parte de mi que has destruido.
De los dos años que hemos pasado juntos, yo me quedo con el cosquilleo que sentí al verte en la cafetería de la facultad. Tu sonrisa cuando tropecé contigo en uno de los pasillos. La fiesta universitaria en la que nos besamos por primera vez. El día que aceptaste salir conmigo y me hiciste la persona más feliz de la tierra. El olor que dejaste en mi cama después de pasar la noche juntos.
La cena en la que aceptaste casarte conmigo. La ilusión con la que nos instalamos en nuestro piso donde sólo existiamos nosotros.
Las horas que pasábamos mirándonos, besándonos, tocándonos y todos esos momentos en los que pensaba en ti o soñaba contigo y me sentía la persona más importante en tu vida .
Puedes enviar a alguien para que recoja los muebles y los electrodomésticos. Puedes llevártelo todo. Para mi solo son objetos.
Si necesitas algo, solo tienes que llamarme. Podrás localizarme en el teléfono de la oficina de 8:00 a 3:00 de la tarde, y por la tarde a mi número de móvil.
Espero que seas muy feliz en tu nueva vida. Atentamente Pablo”.
Fdo: Pablo
LAS FLECHAS
Nunca supe conquistar el corazón de aquellos a los que temí querer. Sólamente con miradas, con sonrisas y con gestos tan dulces que me hacían temblar.
Siente, siente como yo, ¿me ves? ¿me oyes? Estoy aquí, un solo roce de tu mano hace que me encoja, que me sienta tan pequeña, tan insignificante, pero mi amor es tan grande, abarca tanto, que me ruborizo y vuelvo a temblar. El hormigueo en mi estómago, y tú sigues ahí, frente ami con tu mágica sonrisa y por fin, de tus labios salen las palabras que tanto deseo oir:
TE QUIERO, TE QUIERO, TE QUIERO TANTO.
Lanzo un ¡¡¡OLE Y OLE!!! al aire y una lágrima resbala por mi mejilla, por que al fin lo he conseguido. YO TAMBIEN TE QUIERO, TE QUIERO TANTO QUE ME DUELE. AL FIN LO HEMOS CONSEGUIDO, YA SOMOS UNO.
Feliz día de San Valentín. Las flechas nos han tocado
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